¿un auto?...¿por favor? -priv.-

A pocos de donde estaban el par de figuras celestiales, se encontraban unas sillas vacías –“Mira pequeña princesa, ahí están unos lugares solos”- soltándose del abrazo de su hija para así poder pasar el brazo por detrás de sus hombros del ángel femenino, pues bien se había percatado de los celos de su hija a causa de las mujeres que le miraban esto le causo un poco de gracia y una leve risa salio de sus labios, antes de avanza hacia aquel lugar inclino su cuerpo para besar la frente de la joven, para después darle un leve empujón al cuerpo ajeno en señal de seguir caminando, su paso era seguro y elegante tal cual caballero que era; así mismo su larga cabellera bailaba al compás del viento, cuando al fin hubieron llegado a las sillas libres, el ángel tomo asiento cruzando sus piernas, sin perder aquel porte característico….

Con su penetrante y hermosa mirada recorrió la pista de carreras, y cada una de las personas ahí presentes, “-Esto es aburrido…¿Amaya segura que quieres quedarte?”- suspiro el ángel… - “al menos toma asiento hija… - pidió amable al ángel, que se encontraba atónita observando aquellas maquinas de velocidad que no le agradaban en lo absoluto.
-“¿Cómo te pueden gustar estas cosas Amaya? – frunciendo un poco el seño mas sin embargo había algo de diversión en su rostro y el tono en sus palabras era burlón, muchas veces Yuda solía comportarse como un chiquillo molesto, mas era su manera de divertirse cuando se encontraba con su hermosa hija…

Después de unos minutos, su hija por fin se alejo de la barandilla y tomo asiento a lado de él, -“¿comprarte?”- pensó el ángel, un poco sorprendido por parte de las palabras de su hija, mas de cierta manera ya sabia que una petición así vendría por parte de su hija, estuvo a punto de contestarle cuando ella volvió a hablar, se quedo escuchando cada una de las palabras de la joven, tratando de entender sus palabras… -“Elegancia… gracia…”- murmuro por lo bajo puesto que no entendía del todo la razón por la que esas maquinas gustaran tanto a su hija, al tiempo que pasaba su mano por su cabellera volviendo a atraer las miradas de las mujeres presentes.

Ciertamente el tema de los autos no era muy del agrado del ángel, más el simple hecho de que a su pequeña hija le gustaran, era razón suficiente para estar feliz…
-“ah… no, aquí estoy bien princesa” – dijo amable al ser a su lado con una amplia sonrisa, mientras observaba de nuevo la pista de carreras, que al parecer era la penúltima vuelta pues todos los autos participantes pararon con sus respectivos mecánicos para el chequeo general del auto.
Aquel imponente ser volvió de nuevo la mirada hacia la de su pequeña sin apartarla un solo minuto, era cierto que se deleitaba con la felicidad de ella pero hace poco las palabras del hermoso ángel femenino le inquietaron un poco, entre abrió sus labios como si fuera a decirle algo pero antes de que las palabras salieran de su boca simplemente se limito a sonreír y dar un leve suspiro…